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LA FORCLUSIÓN DEL NOMBRE DEL PADRE. EL CONCEPTO Y SU CLÍNICA.

  • Foto del escritor: CAROLA ORLER
    CAROLA ORLER
  • 4 mar
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 11 mar

Jean-Claude Maleval. Paidós, Buenos Aires, 2002

 



En 1958, Lacan afirma que medio siglo de freudismo aplicado a la psicosis deja su  problema todavía por pensarse de nuevo, "en el statu quo ante", es decir, en el estado  anterior, prefreudiano. En esos mismos tiempos, Lacan levanta su consigna de "retorno a  Freud", retorno que pretende resituar el descubrimiento freudiano en su verdadero alcance, y esto también en el terreno de la psicosis. El psicoanálisis postfreudiano, y en especial la corriente kleiniana, propone una dirección de la cura igual para la psicosis que  para la neurosis, pensando a una como mecanismo de defensa contra la otra, o como la  exageración, por regresión, de un estado natural a todos. Es decir, se plantea una  disolución de lo que en Freud aparece como una constante en su obra: lo irreductiblemente diferencial de la psicosis respecto de otras estructuras. En la clínica de los años '50, un dique parece estar por romperse: la prohibición planteada por Freud en lo que se refiere al análisis de los psicóticos. Tomando la preocupación de Freud por definir el mecanismo que se pone en juego en la psicosis, diferenciándolo de la represión, Lacan insistirá en precisar aquello diferencial que se anticipa de cierto modo en los textos freudianos. "No se vuelve loco quien quiere" es la frase que escribe en la pared de su sala  de guardia y con la cual orienta su trabajo sobre la psicosis, desde su seminario de 1955  hasta el final de su labor. A este esfuerzo por delimitar la estructura se suma un desafío clínico: el psicoanalista no ha de retroceder ante la psicosis. Esto es lo que Jean-Claude  Maleval propone como exergo de su trabajo, sin interpretarlo en términos de heroísmo  terapéutico, sino más bien, como un estímulo a enfrentarse con las dificultades planteadas por la conducción de la cura de los psicóticos y con el intento de elaborar un manejo específico de la transferencia, tomando en cuenta las advertencias de Freud y Lacan. El autor se hace parte de lo que en 1983, en el congreso de la Escuela de la Causa  Freudiana, en Montpellier, produce un giro decisivo en el abordaje de tratamiento psicoanalítico de los psicóticos y que supuso en los analistas decididos a seguir con Lacan un  estímulo para aceptar a psicóticos en análisis, con más exigencias que la de un manejo  moderado de su locura; sin la exigencia de curar, ni la de transformarlos en neuróticos,  sino con la exigencia que implica que el psicótico pueda encontrar en la persona del  analista alguien que consienta encarnar el lugar al cual dirigir su palabra. 


Jean-Claude Maleval es psicoanalista, ex miembro de la Escuela Freudiana de Paris  miembro de la Ecole de la Cause freudienne y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis  actual profesor de Psicopatologia en la Universidad de Rennes-H. Sus trabajos anteriores  versan también sobre clínica diferencial, neurosis-psicosis, Locuras histéricas y psicosis  disociativas (Paris, Payot, 1981) y Lógica del delirio (Paris, Masson, 1997), entre otros. El  presente trabajo, publicado en Paris en el año 2000, da cuenta de un recorrido exhaustivo  por los conceptos lacanianos, así como de una clínica que se expone y que no olvida en  su presentación a quienes son referentes de su camino. Así, el autor divide su estudio en  dos grandes partes que, si bien se definen en términos de páginas, se entrecruzan como no pueden dejar de hacerlo teoría y quehacer. En principio, se dedica a examinar el  concepto de forclusión desde la lógica del significante de los años 50 hasta la clínica del  goce de los últimos trabajos de Lacan. Las bases de otro centramiento, posteriores a  1964, refieren a indicaciones dispersas, fundadas no ya en una lógica del significante, sino en una axiomática del goce: sitúa al psicótico como un sujeto fuera de discurso, invadido  por un goce desordenado, capaz de desarrollar una erotomanía de transferencia, de ahí el riesgo de que la relación transferencial precipite la psicosis y convierta al clínico en  perseguidor. Este riesgo aparece indicado por Lacan en "De una cuestión preliminar a  todo tratamiento de la psicosis", de 1958. Maleval define un antes y un después de este  texto fundamental, en tanto marca las dos posiciones de Lacan respecto a la psicosis: la  de la cautela, y la del deseoso intento por lograr Io que él mismo Ilama otro centramiento  que superara los límites fijados.

La difusión del psicoanálisis, un siglo después del descubrimiento freudiano, está suponiendo un incremento considerable de demandas de cura por parte de psicóticos, desde este  contexto el autor revisa y cuestiona severamente las prácticas que escamotean la frontera  neurosis-psicosis. Para él, la posibilidad misma de un tratamiento auténticamnente psicoanalítico del psicótico está subordinada a la capacidad de llevar a cabo esta distinción, y esta frontera clara sólo puede ser el resultado de tener en cuenta la forclusión del Nombre del Padre. El concepto introducido por Lacan en 1957 es desconocido por muchos clínicos, para otros ha caído en desuso, y es parte importante de una confusión generalizada en la actualidad, según  Maleval, por falta de una exposición sistemática del concepto en la obra de Lacan, tarea que  asume responsablemente en esta ocasión. Así, el libro toma como referencia las  conceptualizaciones de Lacan que, como las de Freud, dan cuenta de una investigación  siempre en marcha, que no retrocede ante eventuales contradicciones. Invita en este recorrido  a tomar posición frente a la clínica psiquiátrica moderna, cuya concepción del loco, desde la  perspectiva del déficit o la disociación de sus funciones, es incompatible con la experiencia de los psicoanalistas. El sujeto del la enunciación, que tenía un lugar en la clínica psiquiátrica clásica, está ahora asfixiado por la estadística, ha sido reducido por la biología, abandonado por la medicina de lo mental y atrapado por la industria farmacéutica. En consecuencia, tomando como base los textos freudianos y una clínica de la singularidad, la tarea ahora  convoca a los psicoanalistas. Y en esta tarea, la aceptación o el rechazo de la hipótesis de la  forclusión del Nombre del Padre condiciona el conjunto de las opciones teóricas del analista y  la concepción misma de la cura. Lo decisivo de esto otorga un valor importantísimo al estudio  que hace Maleval del concepto, así como a la clínica de la que él mismo puede dar cuenta, con la presentación de dos casos en la segunda parte del libro. El más allá de "De una cuestión  preliminar." es una tarea que Lacan dejó iniciada, y que muchos analistas -como Maleval  mismo lo propone- no dejan de explorar, sin dejar de sostener que el trabajo analítico con un psicótico ni es vano ni es imposible.

 

Carola Orler, reseña para revista Extremoccidente Nº2


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